Apareció en los comienzos del siglo XX en los Estados Unidos de América, bajo el nombre de tarjetas de compañía.
La difusión internacional fue producto del empleo en otras naciones de las tarjetas emitidas en aquel país, y del establecimiento local de sucursales.
En las naciones europeas, la difusión del instrumento fue más lenta que la producida en el país de su origen. Pero parece haber sido más rápida en aquellas comunidades donde preexistía el hábito de pagar las compras o consumos sobre posteriores facturaciones, o mediante la entrega de cheques.
Es un instrumento material de identificación del usuario, que puede ser magnético o de cualquier otra tecnología, que permite aplazar el pago de la compra mediante liquidación mensual, pero con la desventaja de que se cobran unos intereses.
La tarjeta de crédito es la evolución de los medios materiales de compra y de pago. El trueque fue reemplazado por la moneda, y luego aparecieron las órdenes de pago bancarias expresadas en el cheque.
Con ella surgió una distinta modalidad de pago conllevando al proceso de desmaterialización de la moneda; mediante el empleo de una tarjeta de crédito que permite pagar con la disposición del crédito, llevando a cabo una operación sencilla y segura.
La tarjeta de crédito consiste en una pieza de plástico, cuyas dimensiones y características generales han adquirido uniformidad, por el uso y la necesidad técnica.
Cada instrumento contiene las identificaciones de la entidad emisora y del afiliado autorizado para emplearla, así como del período temporal de su vigencia. El portador legítimo de la tarjeta de crédito es identificado con la mención de su nombre y la expresión del número de la cuenta que tal persona mantiene con la emisora. La tarjeta de crédito suele contener también la firma del portador legítimo y en su utilización solicita la inserción de claves alfabéticas o numéricas, conocidas por el beneficiario del instrumento.
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